jueves, 3 de enero de 2008

MÁS SOBRE KIKO Y SOBRE LA IGLESIA

Mi amigo Héctor Anabitarte añade este comentario, incluido en su último correo-e "Desde el bar":

"¡Largaron! La jerarquía católica no esperó a ver que les traían los Reyes Magos, el Vaticano ya les había enviado el regalo. Benedicto XVI ha lanzado una Cruzada con vigencia en todo el planeta, una Cruzada que ni el Papa Polaco se animó en su momento, ortodoxo pero tenía en cuenta la realidad, hasta criticó el consumismo capitalista.
Benedicto XVI afirma que la familia está en peligro, la sociedad misma, y desde Madrid agregan: está en peligro, también, la democracia. La convocatoria en Plaza Colón estuvo organizada por el fundador del Camino Neocatecumenal, conocido como Kiko Argüello, moviendo con su entusiasmo más de mil autobuses. Toda Cruzada necesita un ejército, y ésta ya lo tiene. En dicho acto se trató al legítimo Gobierno de la Nación como si de un enemigo a vencer se tratara. Se lo acusó de perseguir a la Iglesia, de perseguir a la familia, a la familia cristiana se entiende, la "única y verdadera", y además, de no respetar la Constitución ni los Derechos Humanos según la solemne declaración de la ONU (1947).
¿Fue sólo un acto contra Zapatero? Su objetivo fue más amplio, fue una manera de decirle a Rajoy que nada de ambiguedades, que se incorpore a filas; ya no se admiten matices, dudas: se está o no se está con la Iglesia. Y la Cruzada tiene un mensaje para los católicos, la mayoría de ellos, que piensan sinceramente que pueden compatibilizar una vida placentera con su creencia religiosa. Ya no sólo se condena radicalmente el aborto, el divorcio, los anticonceptivos, el condón, morir sin dolor. Kiko Argüello, que se ha apoderado de las tablas de la ley, condena a madres y padres que tienen sólo dos hijos, "la paternidad responsable - dice -, es lo contrario: dar vida al ser humano, diez, doce hijos, los que Dios mande".
En Plaza Colón no sólo se condenó desde la tribuna al Gobierno, se aprovechó para informar al principal partido de la oposición que no son horas de titubeos ni de centrismo. Y en cuanto al conjunto de los católicos, los no condenados, un puñado. No hay piedad para nadie. El que no se incorpore con alegría e incondicionalmente a la Cruzada quedará señalado como Caín.
Mucho antes de Benedicto, Juan XXIII se dió cuenta que la vida cotidiana de creyentes y no creyentes se había divorciado de las normas dictadas para los fieles, consciente de ello, y amorosamente, convocó un Concilio, abrió puertas y ventanas tan oxidadas que a algunas visagras hubo que darles con un martillo.
La jerarquía se lanza a la calle, pero lo que se perdió en casa no se recupera en la calle. Una Cruzada en el siglo XXI sólo puede consolidar lo que se tiene, atrincherarse, aislarse del conjunto de la población que no admite amenazas ni chantajes. Benedicto mira a España pero también a toda Europa, a los países desarrollados, pues su ciudadanía vive de espaldas a normas que les resulta ajenas, inclusive algunas, exóticas.
Benedicto XVI cierra puertas y ventanas aferrado a la "única verdad", la suya, que no emana precisamente de los evangelios.

1 comentario:

Alfonso Saborido dijo...

Ay pobres kikos, lo suficientemente ricos como para no estar en la Iglesia de base, y lo suficientemente pobres como para poder pertenecer al Opus. Ahí están, entres dos aguas. Cantando yo tengo un gozo en el alma grande gozo en el alma, y sirviendo de bulto para las manifestaciones de la jerarquía nada más, porque de teología liberadora nasti de plasti...