Me aproximo al final de la lectura de "La noche de los tiempos", la última obra de Antonio Muñoz Molina, en la que aborda con indiscutible maestría literaria la situación política y social en Madrid antes del estallido de la rebelión militar que dio lugar a la guerra civil. La vida del arquitecto madrileño Ignacio Abel actúa como hilo conductor del relato, y esa peripecia personal se convierte, como apunta el crítico Santos Sanz Villanueva, en el "soporte literario de un impresionante fresco histórico coral muy amplio: abarca el testimonio regeneracionista de un país anquilosado, las pugnas ideológicas irreconciliables, los antagonismos de clase, el sectarismo, la ceguera cainita, los instintos primitivos..." Su estructura funciona con mágica precisión. La capacidad descriptiva del maestro Muñoz Molina alcanza cotas difíciles de igualar.
Todo en el texto me gusta, aunque me he fijado especialmente en la manera en que cuenta el ambiente en la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, "cuartel general" de los intelectuales que acogerá a Gerda Taro. Muchos de los datos que Muñoz Molina incluye para recrear la atmósfera del palacete cercano a Cibeles donde mandaban José Bergamín y Rafael Alberti aparecen en "Gerda Taro, fotógrafa de guerra", la biografía de la compañera de Robert Capa que publiqué hace tres años.
Como dice Sanz Villanueva en "El Cultural" de ABC, me llama la atención "la riqueza de matices con que Muñoz Molina trama todo, la psicología, la ideología o el mismo ambiente. Equilibrio y ponderación, rigor intelectual y moral, compromiso ético propio de un humanismo progresista y coraje para ir al fondo de la vida convierten "La noche de los tiempos" en una magnífica novela, una grandiosa novela, referente inexcusable entre las que se asoman con lucidez libre de maniqueísmos a entender la existencia humana, no sólo española, en el inhóspito mundo contemporáneo."
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