miércoles, 6 de agosto de 2008

UN REGALO VERANIEGO

La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que pasan por la vida sin dejar más huella que sus traperos intentos de hacer de menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de espíritu, mente y redaños.
Bienaventurdo aquel al que ladran los cretinos, porque su alma nunca les pertenecerá.


"El juego del ángel", de Carlos Ruiz Zafón.
Certero retrato de mucha gente a la que, por desgracia, he conocido.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola. Fernando, que pena que usted no este en los informativos de Telecinco, con lo bien que me caía. ¿Tiene previsto volver de nuevo a la Tele como presentador de noticias o esta en alguna otra cadena de TV?. Muchas gracias y reciba un cordial saludo.

La de la ventana dijo...

A mi los envidiosos me dan mucha pena, porque nadie sufre más que ellos mismos, y lo peor es que no pueden hacer nada por evitar ser así.

Fernando Olmeda dijo...

Ay Teresa, ya me gustaría tener ese sentimiento de piedad que expresas, pero a mí no me dan ninguna pena porque al final se quedan con el trabajo, con la vida, con el aire que respiramos. Su apetito es voraz, pero "dan el pego".
Cuanto más lejos mejor, podríamos decir. Pero no es posible. Están infiltrados entre nosotros. Y nos comen el corazón y el cerebro.

Anónimo dijo...

¡has vuelto de vacaciones!way!!!!!!!!!
da gusto leerte

Anónimo dijo...

gracias por volver a la red

Anónimo dijo...

Bueno, la frase de Zafón está bien y es cierta, pero para mí hay una doble lectura sobre la envidia.

También la envidia es la explicación que emplean los vanidosos para justificar por qué hay personas que no los admiran o no los idolatran, siendo ellos tan grandes, tan fastuosos, tan maravillosos : "Me tienen envidia, por eso no me admiran". En este sentido la frase de Zafón bien podía estar escrita por un vanidoso que piensa que cuando se le critica o no se le admira como según él se debiera, es porque le tienen envidia. Y ya sabemos que la vanidad alimenta a muchos escritores. Quizá Zafón sea un vanidoso.

Pero vamos, que en el sentido inicial también estoy de acuerdo con el texto. Hay mucho envidioso. Si nos libráramos de envidiosos y vanidosos, el mundo sería mucho más confortable.