Querido Leo, acabas de irte y ya te echo de menos. Nos vimos hace muy poco. Tú, tan risueño, tan optimista, tan libre. El destino te embarcó luego en un viaje de destino incierto. Deseé mucho volver a verte, darte un abrazo, echar unas risas. Verte risueño, lúcido, libre. Pero el ocaso de hace unos días trajo veneno al aire. Y fue anocheciendo antes de tiempo.
El verano se hizo invierno. Gélido invierno, este uno de agosto. Ahora estás allí, donde se pone el sol. Moira dice que la casita del sol está al otro lado del mar. Y el eco de tu voz llega hasta aquí, querido Leo.
1 comentario:
Cuando lo he leído hoy en El Mundo me he quedado con la boca abierta. Lo siento un montón (aunque no he leído mucho de su obra, ahora será el momento de descubrir su faceta de poeta... tan solo leía sus columnas)
Un abrazo Fernando!
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