Otro final apoteósico en un partido de la Eurocopa. Otro encuentro para la historia. Después de 119 minutos tácticos, de fuerza, jugados de igual a igual, Croacia marca. Un gol, a un minuto del final de la prórroga, es definitivo. Jaque mate. Siempre ha sido definitivo. Pero en esta Eurocopa, no. No hay jaque mate en el fútbol.
Sobrepasado ya el minuto 120, el entrenador croata pide hacer un cambio, pero el árbitro no lo concede. El árbitro tampoco pita el final. Permite una última jugada. Una última bala. El portero turco saca una falta en el medio campo de patadón, llega el balón al delantero centro, controla, remata... y empate a uno. No se puede pedir más.
Lo que ha venido después, era previsible. Los croatas -futbolistas y aficionados-, heridos de muerte. No hay nada más cruel, desde el punto de vista anímico, que tener la clasificación al alcance de la mano y perderla en un gol fuera de tiempo. En el último y único error de la zaga. Y claro, en los penalties, Turquía tenía todo a favcor. No hay lotería en los penalties, hay una reunión de circunstancias que deciden. He visto en televisión la cara optimista de los turcos y la perplejidad total en la de los croatas. Desde el punto fatídico, Croacia ha tirado dos balones fuera. Otro, lo ha parado el portero turco.
Fe y suerte. Turquía, en semifinales. Se enfrenta a Alemania con muchas bajas de hombres importantes, sancionados. Los teutones son favoritos, pero lo de hoy... lo de hoy ha sido increíble. Empieza una nueva era en la historia de este deporte. La era del más difícil todavía. A ver quién lo supera.
1 comentario:
Acojonante
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