Son dos palabras que, probablemente, definen bien los sentimientos que se viven en España desde hace unas horas. Orgullo ya sentíamos antes, porque nuestra selección de fútbol lleva haciendo historia más de dos años. También hemos sentido euforia, aunque de manera más esporádica. Anoche sí compartíamos euforia, pero con mayúsculas. Muy superior en decibelios y en hondura que la que nació de la clasificación para la siguiente fase o de las victorias frente a Portugal o frente a Paraguay.
El puyolazo -épico desenlace de una forma de entender el fútbol- nos ha hecho muy felices, creo. Más orgullosos, si cabe, de ser españoles. De ser de La Roja.
"Épica y mucho arte" es el título de la crónica que firma José Sámano en EL PAÍS, y que puedes leer pinchando aquí.
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