Me cuentan que, hoy, Damián está sin empleo -le despidieron, por presunto mal comportamiento- y sin novia -una discusión por una insignificancia dinamitó aquel embrión de amor juvenil-. Damián me preocupa mucho. Me preocupa su cerebro turbio, su voz amarga, su corazón seco. Creo que sería capaz de coger una pistola, liarse a tiros en un centro comercial y suicidarse después.

Robert Hawkins, el joven de 19 años que el miércoles perpetró una masacre al disparar indiscriminadamente en un centro comercial de Nebraska y causar la muerte de ocho personas antes de suicidarse, era un chico depresivo que se sentía como un "pedazo de mierda" y que creía que, matando gente, se iba a hacer "famoso", según el contenido de la carta de tres páginas que dejó como despedida y que ha sido difundida por los medios estadounidenses.
La policía cree que el joven -ex trabajador de un Mc Donalds de donde fue despedido acusado de haber sustraido de la caja el equivalente de once euros- efectuó unos 30 disparos con el rifle, sin que sus víctimas, de entre 24 y 66 años, fueran seleccionadas previamente. Tras el tiroteo, Hawkins fue hallado muerto en la tercera planta del centro comercial, tras suicidarse con la misma arma.
En una misiva que dejó a la mujer con la que vivía, el joven -cuyos padres se separaron cuando tenía tres años y se desentendieron de él- pedía "perdón por todo" lo que había hecho y afirmaba que no quería ser una carga para los demás.
1 comentario:
por desgracia hay muchos robert potenciales en nuestra sociedad devoradora de todo. la gran diferencia es que no tienen un arma a mano.
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