domingo, 26 de mayo de 2013

COMISIÓN DE LA VERDAD. MI INTERVENCIÓN EN EL ACTO DE PRESENTACIÓN DE LA PLATAFORMA, HOY EN MADRID

Te dejo mi intervención en el acto de presentación de la Plataforma por la Comisión de la Verdad sobre los crímenes del franquismo. En el acto han participado, entre otros, Jaime Ruiz, Cristina Almeida, Manuel de la Rocha, Araceli Manjón-Cabeza, Carlos Enrique Bayo y María Barranco, además de representantes de diferentes asociaciones. También se han leído cartas de adhesión de Baltasar Garzón Federico Mayor Zaragoza.

«Buenos días:

“El expedientado, de veinte años, soltero, vive en el domicilio paterno, trabaja en una casa de repuestos de automóviles, y se informa que observa buena conducta; no obstante, es homosexual, y como tal ha realizado numerosos actos de inversión sexual, hechos probados, sin antecedentes penales pero sí gubernativos por ser homosexual, hace pública exhibición de tal condición con otros individuos de igual clase, ambientándose en ese vicio y práctica del mismo, siendo por esto proclive al delito y peligroso para la sociedad, interesándose le impusieran medidas de seguridad.”

Es un fragmento de un expediente incoado por uno de los jueces especiales de peligrosidad más activo y más cruel del franquismo y la transición: Antonio Sabater Tomás, que de manera arbitraria y con total impunidad colocó en estado peligroso a cientosd e personas, condenadas al cumplimiento de ”medidas de internamiento en establecimiento de reeducación”:

“Demostrado que el expedientado es homosexual, debo declarar le y le declaro en estado peligroso, y en consecuencia se le aplican las siguientes medidas de seguridad, que cumplirá por orden sucesivo: a) internamiento en un establecimiento cerrado por tiempo indeterminado no superior a tres años; b)prohibición de residir en la (localidad de referencia) y obligación de declarar su domicilio durante un año; y c) sumisión a la vigilancia de Delegados gubernativos durante un término superior a un año e inferior a tres.”


La posibilidad que tuve de acceder a las fuentes documentales directas -cuyo contenido reuní en El látigo y la pluma- fue un hecho afortunado pero excepcional. No se trataba solo de obtener datos, sino sobre todo de entender una vivencia. Son cada vez más las personas que se han atrevido y se atreven a contar cómo fue su vida. Después, el trabajo de asociaciones, investigadores, periodistas y cineastas está siendo capital para conservar en diferentes soportes esos testimonios que nos ayudan a captar la dimensión básica de las vidas de los individuos, que nos introducen al conocimiento de la experiencia individual, pero también colectiva.

Durante el franquismo, los homosexuales fueron objeto de una implacable persecución legal y una vergonzosa discriminación social cuyo efecto pernicioso aún arrastramos hoy día. Sufrieron, sufrieron mucho: fueron considerados enemigos pecadores, enfermos, y finalmente peligrosos. Vivieron expuestos al escarnio social -o amparados en muchos casos en una doble vida-. Vivieron con miedo, en silencio, y ese miedo y ese silencio se mantienen -como norma de comportamiento- también hasta hoy. Desde 1939 fueron víctimas de una legislación represiva que criminalizó tanto sus comportamientos como su sola presencia en la sociedad. Se les aplicó el concepto de “escándalo público” de la Ley de Vagos y Maleantes, y, a partir de 1970, la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Socialconvertía al sujeto en peligroso y se le condenaba porque sí, por el solo hecho de ser homosexual. No había cometido “delito” alguno, el “delito” era ser homosexual.

Además de la persecución legal, sufrieron la discriminación social conocida por todos nosotros, en un marco de doble moral que consideraba a los homosexuales desviados, viciosos, pervertidos, y sin embargo justificaba ese mismo comportamiento cuando se detectaba en su seno. En esos casos siempre había solución. Todo tenia arreglo en la España de Franco.

La lucha por la igualdad ha sido larga y los frutos son recientes, y, paralelamente a la reivindicación de la Ley de Matrimonio, nació y se desarrolló una línea de actuación destinada a lograr el reconocimiento del daño causado y una reparación económica. El Gobierno del PSOE fijó en la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2009 indemnizaciones destinadas a reparar económicamente el paso por prisión de homosexuales y transexuales durante la dictadura franquista. Sin embargo, muy pocas personas han solicitado ese derecho. ¿Por qué? En buena parte, por El problema son las dificultades con las que se encuentran los afectados para localizar la documentación necesaria, ya que se encuentra repartida por distintas administraciones, y cuesta meses conseguirla, por falta de personal, ausencia de voluntad, pérdida o destrucción. Por cierto, el Gobierno del PP ha fijado en el 31 de diciembre de 2013 la fecha límite para presentar las solicitudes. Pero el problema no son las fechas.

El problema es la historia silenciada. El problema es la imposibilidad de acceso a los archivos: expedientes de Juzgados Especiales de Peligrosidad, fichas policiales en Ministerio del Interior y Jefaturas Superiores de Policía y Comisarías, expedientes penitenciarios en Prisiones, etcétera. Los periodistas, y la sociedad en su conjunto, tenemos derecho a saber. Tenemos derecho a acceder a toda esa siniestra literatura oficial aún escondida. Tenemos derecho a reconstruir y dar a conocer esta parte -también- silenciada de nuestra historia. Una historia ignominiosa que tiene nombres y apellidos.

Memoria es también herramienta de aprendizaje, en especial para las nuevas generaciones de españoles, los niños y los jóvenes que no tienen en sus libros de texto esta parte de la historia que no se ha contado, y que además son testigos o sufren episodios de acoso escolar homofóbico que nos devuelven a épocas pasadas y que a mí me preocupan enormemente.

Quiero terminar mencionando dos citas de El látigo y la pluma:

“La verdad puede estar rota en mil pedazos, pero es una”

“Me gusta mirar las cárceles, las iglesias y los cuarteles, porque sé que algún día desaparecerán”»

1 comentario:

Ateo666666 dijo...

Hoy por hoy en España cualquier criminal medianamente listo podría enterrar a sus víctimas en alguna de las miles de fosas de represaliados del franquismo que pueblan nuestra nación y vivir absolutamente seguro de no ser descubierto porque para la justicia de este país estos muertos no existen. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2012/04/aunque-parezca-increible-en-espana-los.html