En Colombia, el país de los secuestros -express en una calle cualquiera, o de larguísimo recorrido, con la selva como iexpugnable territorio protector-, resulta que un juez ha impuesto una condena de seis años de cárcel a los dos delincuentes que sometieron a un perro a un mes de cautividad. Castigo ejemplar, y eso que en Colombia unos tres mil ciudadanos sufren el azote del secuestro sin que los jueces hagan mucho por remediarlo.
La pareja de delincuentes se llevó a "Aldo" de la casa de sus dueños, en el norte de Bogotá, cuando éstos no estaban. Dos días después, telefonearon para exigir un rescate de 700 millones de pesos, unos 220.000 euros. Prometieron "pruebas de vida", como hacen las bandas de secuestradores con sus víctimas (las humanas, claro).
Fíjate lo que cuenta la crónica de EL MUNDO: unos días más tarde cumplieron su palabra. Llegaron fotos de Aldo encadenado y grabaciones con aullidos. "Así es como llora su perro por las noches", decía uno de los secuestradores.
Los propietarios del perro denunciaron el caso... ante la unidad de policía especializada en la lucha contra el secuestro de personas. Montaron un operativo en el punto donde se acordó una cita para el pago el rescate. El propietario entregó un paquete con varios fajos de billetes. Cuando los secuestradores se marchaban, la policía los interceptó. Poco antes de acudir a por el dinero, dejaron a "Aldo" en una clínica veterinaria para que lo lavaran. Al ver que pasaban las horas y nadie lo reclamaba, la directora del centro llamó a la policía. Sus señas correspondían a las del "rehén".
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