He visitado hoy la exposición "Bodies", recién inaugurada en Madrid. Y me ha encantado. Me ha impresionado, diría yo. Es una visión única del organismo a través de cuerpos humanos y órganos reales. Cuerpos que en su día fueron personas, y que hoy son maniquíes, tras un complejo proceso de preservación. Dicen que fueron ciudadanos chinos que fallecieron por causas naturales y cuyos restos no fueron reclamados. Son, por tanto, cadáveres disecados y diseccionados. Les llaman "especímenes". Como dice uno de los promotores de la muestra: "El cuerpo no miente: prefiero mostrar un pulmón verdadero que usar plástico pintado".
Pero no conviene detenerse en las connotaciones de la muerte. La exposición posee un potente carácter didáctico para los vivos. Es ciencia hecha espectáculo. Y es arte. Y aún voy más allá. Creo que tiene una dimensión ética. Nos invita a la introspección, a reflexionar sobre nuestra complejidad... y nuestra fragilidad. Una máquina perfecta, con muchas posibilidades de fallar. No lo olvidemos.
He visto muy bien cómo funciona el cuerpo humano, y también las consecuencias de las enfermedades en el organismo. Se ve muy bien nuestro sistema operativo, nuestra belleza dinámica. La exposición no es morbosa, tiene voluntad pedagógica y educativa. Ayuda a conocernos más y mejor.
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