Este sábado ha habido muchas retransmisiones deportivas en las cadenas de televisión españolas: fútbol (Everton-Liverpool, Villarreal-Barcelona, Espanyol-Real Madrid), tenis (Federer), motociclismo (Fauvel, Lorenzo) y automovilismo (Alonso). Ahora, para apoteosis del deporte, la final del campeonato del mundo de rugby a través de Canal+.
Impresionante el comienzo, con los jugadores ingleses y sudafricanos rompiéndose la garganta mientras cantaban sus respectivos himnos nacionales. Con el balón oval en juego, hemos presenciado en toda su plenitud la belleza de este deporte, hermoso y noble a pesar de su dureza: varios jugadores han terminado lesionados o sangrando, pero, salvo un incidente puntual, prácticamente no hemos visto un solo gesto feo, y eso que se jugaban ser campeones del mundo. Ha habido de todo: un espontáneo -el bobo de Jimmy Jump-, placajes espectaculares, incluso un ensayo de Inglaterra que no ha concedido el árbitro tras consultar con el juez de televisión. Hemos escuchado a ese mismo árbitro (llevaba intercom con sus ayudantes y micro inalámbrico) dirigiéndose a los jugadores...
En fin, Sudáfrica ha sido superior por su gran defensa. Los ingleses han suplido su impotencia con coraje hasta el último minuto.
Tan espectacular ha sido, que al final del partido nos han mostrado a un orfebre escribiendo el nombre del gandaor en la chapa dorada del trofeo. Allí, en el propio estadio, en vivo y en directo.
Y monumental, una vez más, la narración de Juanjo Vispe, especialista en rugby de la cadena. A Michael Robinson se le notaba apagado desde el primer minuto. Quizá era consciente de que el Quince de la Rosa tenía pco que hacer. Hoy Sudáfrica es una fiesta.
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