A petición de algunos internautas, publico fotos (Gracias, Victoria) y reseña de la primera mesa redonda del ciclo "Literatura y memoria" organizado por Amesde y la Biblioteca Nacional. El acto fue presentado por Jaime Ruiz-Reig y compartí mesa con el escritor Ignasi Riera y con el catedrático de historia Julio Aróstegui. Nos faltó Marcos Ana.
En mi intervención, afirmé que el escritor, el poeta y el periodista son trabajadores de la memoria. Que la memoria y la evocación poseen un poder de conmoción diferente al entendimiento y al estudio riguroso propio de la historia. Que la literatura es la percepción subjetiva de la historia, y que los elementos constitutivos del trabajo narrativo son la imaginación, la memoria y la palabra. La ficción resultante es un espejo de la vida en el que descubrimos lo que somos, lo que soñamos, y el secreto de lo que la vida jamás nos desvelará. Porque los territorios de la imaginación (es decir, la ficción) y de la memoria (es decir, la realidad) confluyen en el territorio interior de la experiencia y son motores de la invención. Y en algún lugar impreciso de ese territorio salta la chispa que suscita una historia. También dije que la historia ha sido “la historia oficial”, que con frecuencia ha despreciado y desplazado la participación de los ciudadanos. La literatura, que es ficcionalización de la historia, ofrece otra verdad distinta a la oficial: lo “no reconocido”, la verdad de esos “otros” que existieron sólo desde un punto de vista contable en la historia oficial. La falsificación de la historia ha provocado la neutralización de nuestra capacidad de evocar la experiencia. Frente a esa manipulación, la literatura ha sido muchas veces reivindicación moral de la memoria. Hablé de la literatura histórica pero también de la literatura testimonial. Con frecuencia, la obra literaria es producto, principalmente, de la experiencia personal del autor. En este punto expuse mis sensaciones durante la elaboración del libro "El látigo y la pluma", con testimonios de hombres y mujeres perseguidos por su opción sexual durante el franquismo. Siguiendo el pensamiento de Luis Mateo Díez, reivindiqué la función de escritores y periodistas como agentes cuya misión debe ser plantear una reflexión crítica y una reinterpretación de los momentos históricos, y ofrecer nuevos horizontes de búsqueda. El escritor no sólo está para entregar al lector su visión estética del mundo. Su contribución esencial, según Gabriel García Márquez, es “no evadirse ni de sus convicciones ni de la realidad, sino ayudar a que, a través de su obra, el lector entienda mejor cuál es la realidad política y social de su país o de su continente, de su sociedad”.
Y por supuesto, hablé de memoria frente a olvido, el antagonista perpetuo, la amenaza constante a la memoria. Y por supuesto, hablamos de la nueva Ley de Memoria Histórica.
Ignasi Riera propuso las siguientes conclusiones:
-mucha gente querría borrar la historia.
-la necesidad de la terapia de la capacidad de "reciclar las amarguras viejas".
-la necesidad de mayor salud mental como colectivo
Y terminó con una cita machadiana que reivindica la vigencia de la memoria:
"hoy es siempre todavia"
3 comentarios:
vaya charla no?
bonita cita de Machado. Señal de que lo he leido hasta el final.
enhorabuena y enhorabuena por el cambio de luk.
Fernando gracias por la crónica, me quedo con la vigencia de la memoria y con el trabajo de tantos escritores, historiadores y periodistas que como tú nos estáis acercando a la verdadera historia tan alejada como dices de la "oficial".
Eva
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