La cadena Cuatro apuesta por los ciudadanos. Al menos esta noche de viernes. No ha programado cine, ni una tertulia de corazón, ni un concurso de conocimiento, ni una serie... Ha puesto en antena tres programas que, por separado, tienen enorme interés, y en conjunto componen una propuesta atrevida. Y aunque también es verdad que se programa lo que se tiene, esa valentía ha dado, a mi juicio, un gran resultado. No sé si en términos cuantitativos (o sea, audiencia: ya sabemos qué ingrata es), pero desde luego cualitativos sí. No creo que TVE sea capaz de ofrecer un viernes una propuesta como la de esta noche. Estos sí son los problemas de los españoles.
Primero, "Callejeros", un eficaz formato de reportaje que nos ha brindado un atractivo recorrido por algunos polígonos industriales de España. "Real como la vida misma", podríamos decir: hemos visto a un chatarrero simpático gritando su presencia con el megáfono, curritos comiendo filete con patatas en un bar repleto, vecinos cuyas casas que se han quedado aisladas entre las naves, otros que viven enfrente y están enfermos "de los nervios" por los ruidos nocturnos, una toxicómana que antes había sido empresaria y que ahora vive en una casucha, otro que escucha a rafael Farina, prejubilados de 35.000 al mes de pensión convertidos en cartoneros, un Rolls en un desguace y un marroquí que compra jeeps de la KFOR para revender en su país, y por supuesto las prostitutas simpáticas que enseñan las tetas y los mirones que lo niegan todo... Un submundo retratado a la perfección. Enganchó, y mucho. La televisión bien hecha engancha.
Luego ha llegado "Supernanny", con un formato distinto al año pasado, más directo, con buen ritmo. Rocío Ramos-Paúl (mejor en las conversaciones espontáneas que hablando a cámara
-está un poco rígida-) ha dado una clase magistral sobre cómo domar a dos mellizos cuasi-salvajes ante la estupefacta mirada de los papás (la mamá, más voluntad que acierto -bueno, la verdad, torpe torpe-). Normas, rutinas, organización, frente a la anarquía de dos hermanios que se tiran el envase del yogur y se pegan unas patadas y unas bofetadas que ni Bruce Lee. Pues sí, tranquilidad y sentido común, mejor que nervios a la hora de lidiar con los niños. Parece fácil, pero no lo es, desde lugo. El espectador sigue enganchado, y ya es más de medianoche.
Finalmente (después de un bloque de publicidad muy puñetero) ha llegado "SOS Adolescentes". Ainhoa (detrás de su bonita sonrisa, una bomba de relojería, qué carácter en casa, qué agresividad, Dios mío) hace la vida imposible a su hermana pequeña, Dafne (que tampoco es una santa, precisamente, tiene un peligro la niña...), y a sus papás (diferencia de trato hacia las hijas, mínimo tacto y nula comprensión, como poco). En fin, un desastre de familia, que vive una batalla campal diaria, como miles en España. Muy interesante el rodaje: los cuatro se comportan delante de las cámaras con absoluta naturalidad. ¡Y saltan chispas! Los papás deciden irse de casa (interrumpe el programa otro bloque de publi matador) y llega una convincente psicóloga clínica que pone las pilas a las dos hermanitas. Al principio lo flipan: luego, aprovechando el recurso del cariño, la ternura y el amor, logra arrancarles hasta las lágrimas. Las bromas de la segunda parte del programa son sinceras, constructivas. Las risas no nacen del desprecio sino de la confianza mutua y la complicidad que ha logrado resucitar la psicóloga, a base de juegos y técnicas muy interesantes, en las dos "tronquitas" de Loeches, que no son tan demonios como parecen (o como se creen ellas). Al final también pone las pilas a los papás. Emocionante, de verdad. Y emocionante el reencuentro de la familia, con unas cuantas lecciones aprendidas y con un compromiso de convivencia y respeto mutuo.
Lástima que el "pack" haya terminado a la 1.45 de la madrugada. ¿Alguien, aparte de quien está escribiendo este comentario, habrá visto los tres programas seguidos?
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