La propuesta-estrella del Comité Olímpico Español (poner letra al himno español) ha tenido un corto recorrido: ha sido retirada y no será presentada en el Congreso. Patinazo, gatillazo, error, meterse en camisa de once varas... en fin, que no ha salido bien.
Creo que la iniciativa de buscar un texto para el himno, como demandaban muchos deportistas, había sido bien acogida -al menos con expectación- por la sociedad española. Pero no es tan sencillo, a pesar del loable criterio del jurado, elegir en asunto tan sensible, algo que contente a todos. Y menos ahora mismo, con esta España dividida, multitroceada, herida, en la que vivimos...
No sé si el problema ha sido la letra -parecida a la de Pemán-, a la personalidad del premiado -un ingeniero en paro- y sus manifestaciones vehementes en la rueda de prensa improvisada tras la filtración del contenido, a las críticas de políticos y deportistas, a alguna otra indicación superior, a la oportunidad del momento... Desde luego, estoy de acuerdo con mi amigo Alejandro Blanco, presidente del COE y padre de la iniciativa, en que la filtración periodística asesinó a la letra, que habría tenido otra acogida si hubiese sido presentada por Plácido Domingo, como estaba previsto. Alejandro estaba, no obstante, dispuesto a seguir adelante y llevarla hasta el Parlamento. A esta hora ya sabemos que, en Beijing, los deportistas españoles escucharán respetuoisamente el himno en silencio, y los españoles -desde sus casas o en las instalaciones olímpicas de lqa capital china- tararearemos: la la la la, la la la la la la la la la la la la, la la la la la la....
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