Me hago eco de una nota distribuida por Ecologistas en Acción con motivo de la celebración de la Semana Internacional sin Televisión. En ella, denuncian el papel que ésta juega en la invisibilización de la crisis ambiental y en la destrucción de las relaciones sociales. La incidencia del modelo de vida destructor e insostenible que la televisión publicita cada día es muy importante, porque la mayor parte de los estudios coinciden en que las personas dedican a ver TV un tiempo equivalente a 11 años completos de su vida.
EeA recuerda que "detrás de la aparente función de entretenimiento o información, se encuentra su objetivo más importante: incitar al consumo masivo de los productos y servicios que venden las compañías que se anuncian o son directamente sus propietarias. En un momento de crisis causada por la superación de los límites físicos del planeta en cuanto a la extracción de materiales y generación de residuos, la TV obvia la necesaria reducción de la presión humana sobre los recursos naturales y se hace punta de lanza de la falacia imposible de continuar creciendo, aunque sea a costa de la miseria de muchas personas en el presente y de las posibilidades de supervivencia en el futuro."
Según EeA, la TV "reduce y degrada la interacción de las personas entre sí y con el territorio y las sustituye por la contemplación de un espacio virtual seleccionado intencionalmente para servir a la comercialización a gran escala. Además, dificulta el uso del pensamiento complejo y por lo tanto disminuye la posibilidad de entender críticamente muchas de sus propuestas, en especial las de naturaleza comercial."
La sustitución de la mirada a la realidad por la mirada a las pantallas provoca, según EeA, que "muchas personas se desentiendan de la destrucción que sufren los territorios y los sistemas vivos. Las personas reales se sustituyen por personajes virtuales (ésta puede ser una de las razones del auge de las teleseries y de los personajes de la prensa rosa) dificultándose con ello la articulación de relaciones sociales imprescindibles para la supervivencia y el cuidado del territorio".
Y añade: "la TV muestra y hace apetecible e inofensivo un modo de producción y consumo obsceno que deteriora irreversiblemente el planeta. Destruye la enorme diversidad de producciones locales (que carecen de poder para influir en la televisión), en general menos agresivas para el medio ambiente y las sustituye por una producción masiva y homogénea controlada por un número muy reducido de grandes compañías."
Estoy muy de acuerdo con el planteamiento: lo que no sale en la televisión no existe.
¿Qué hacer, entonces? Solución propuesta por EeA al final de su nota informativa: "la mejor manera de minimizar sus efectos es reducir significativamente el tiempo que pasamos ante ella y, a ser posible, alejándola de los espacios de socialización más propios de la convivencia cotidiana."
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