martes, 27 de noviembre de 2007

¿YA ES NAVIDAD EN MADRID?

Ya se ha encendido la iluminación navideña en Madrid, ¡qué alegría, qué alboroto!... pero la noticia no es ésa.
La noticia es que, en estas fechas, el Ayuntamiento también nos regala su lado oscuro. Como si tuvieran que responder 100x100 a la tradición y nos dieran carbón, sí o sí, aunque no nos lo merezcamos. ¿A qué me refiero? Me refiero a que el equipo dirigido por Alberto Ruiz-Gallardón (tan sagaz y brillante para la alta política, tan cutre e insensible para la letra pequeña de la ciudad) aprovecha todas las euforias ciudadanas acumuladas en estas fechas para aumentar el control del tráfico rodado y endurecer sus actuaciones (que de algún lado tiene que sacar el dinero que cuestan las bombillas y las cabalgatas -privatizadas ya, por cierto, en algún barrio-), imponiendo unas multas espectaculares (en dinero y en pérdida de puntos) por cualquier tontería, por cualquier incidencia cotidiana de la circulación. Los agentes no se andan con chiquitas y, escondidos en las esquinas, en los cruces, en los túneles, "cazan" indiscriminadamente a los conductores. Les llaman agentes de movilidad ("inmovilidad" más bien, porque no hacen más que parar coches, pedir papeles y colocarnos la "dolorosa") y son absolutamente inflexibles en sus actuaciones (ya se sabe, hay que presentar resultados, sí o sí, a costa de lo que sea). Obviamente, lo digo por experiencia: lo he visto y lo he sufrido. Obviamente también, dejan sin sancionar otras infracciones que se producen a diez metros de su posición (uuuuy, qué miedo), y que afectan mucho más al tráfico, a la convivencia y a la movilidad. Ya sabes de lo que hablo porque también lo has sufrido.

Además, la ciudad no está tan bonita como parece. Esa iluminación tan excesiva que nos plantifican, sí o sí, queramos o no, en estas fechas, encubre otras muchas miserias cotidianas de Madrid.
Por ejemplo, si vienes a la capital y buscas el tradicional Mercado de San Miguel, te encontrará con esta imagen de ruina y vacío, al lado de la Plaza Mayor. Se va a transformar este histórico lugar de encuentro en el Madrid de los Austrias en un "centro de ocio y gastronómico". Ya sabes, tiendas caras-carísimas, mogollón de turistas, y otro espacio más que perdemos los madrileños. Yo, desde luego, no compraré ahí lo que puedo comprar, a mejor precio, doscientos metros más allá.
Claro que, hasta entonces, nos esperan interminables obras. Ya se sabe: Madrid=obras todo el rato.
Quién sabe si el Ayuntamiento ya tiene previstas multas por acudir a ese futuro lujo-mercado, como hace con los túneles de la M-30 (torticeramente bautizada "Calle-30", Alberto, que no somos tontos, ¿cómo que calle? ¿tú sabes, alcalde, qué es una calle? ¿tú paseas por esa calle? ¿compras el pan, el periódico, la lotería de Navidad en esa calle?). Yo las llamo "multas por uso".
¿Están esos túneles para que los madrileños circulemos... o más bien para hacer caja? Madrid=multas todo el rato. Vamos acojonados al volante.

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