domingo, 15 de junio de 2008

SED Y HAMBRE

La inauguración de la Expo de Zaragoza invita a reflexionar sobre la decepcionante gestión de la crisis del agua en el mundo. Millones de personas enferman y mueren a diario por beber agua contaminada. En Gaza, por ejemplo, los pozos están malheridos por la acumulación de nitratos y residuos. Los acuíferos se agotan a un ritmo más rápido del que pueden recuperarse, por la sobreexplotación... y porque no llueve donde hace falta que llueva. Disponer de agua potable genera graves conflictos entre países, entre grupos étnicos. Los pobres no tienen ni siquiera acceso a técnicas de potabilización de bajo coste. El noventa y nueve por ciento del agua dulce existente en el planeta no se usa, y sin embargo, gigantescas catástrofes ecológicas devastan ecosistemas en nombre del progreso y el desarrollo económico.

"Cambio climático" es un eufemismo, tan tibio como la cumbre de la FAO, un vergonzoso esperpento. Hemos visto a Jefes de Estado y de Gobierno -y a responsables de instituciones supranacionales- tibios y dóciles frente a las grandes corporaciones financieras que controlan el mercado internacional de los alimentos. Los pintureros líderes mundiales debaten sobre cómo combatir el hambre, pero las medidas son tan evidentes que no hace falta perder el tiempo en debates, porque, desde que se sientan hasta que se levantan de la mesa de reuniones, han muerto unos cientos de personas. Y la comunidad internacional permanece impasible. Impasible ante la subida intencionada de los precios de las materias primas agrícolas. Ante la devastadora producción de agrocarburantes. Ante la especulación salvaje, que está provocando que los pobres no puedan adquirir los alimentos básicos. Y se mueren de hambre. Veinticuatro mil cada día. Impasibles, todos, ante una tragedia intolerable.

Asistimos a una injusta distribución de los recursos básicos, y no sé qué más señales de alarma necesitan los pintureros líderes mundiales para ponerse manos a la obra y detener la masacre del hambre y la sed. Como si no supieran que la lucha por la supervivencia genera violencia. Que la pobreza extrema es terreno abonado para el reclutamiento de jóvenes desesperados dispuestos a todo. Claro que lo saben, pero también saben que ahí hay posibilidades de hacer negocio. Corresponde a los Estados y a las instituciones supranacionales garantizar el suministro urgente y solidario de comida y agua. Y a nosotros, los ciudadanos, nos corresponde reclamarlo de modo firme e insistente. Y denunciar a quienes se enriquecen con el drama de los desheredados. Lo escribo, pero pesa mucho mi amargo escepticismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola de nuevo

"ouf";ha vuelto de nuevo mi periodista "preferido" !

Temas esenciales y opiniones pertinentes !

Un abrazo desde la vecina "Francia"

Anónimo dijo...

Pertinete comentario, Fernando. Te noto preocupado por el entorno, y no es para menos. Estamos comiendo y bebiendo basura, pero en el Tercer Mundo ni comen ni beben.