En mi libro "Gerda Taro, fotógrafa de guerra", evoco la vida de esta luchadora antifascista que vino a España a defender la democracia y la libertad documentando la guerra con una cámara de fotos.
Fue la pareja sentimental de Robert Capa, el reportero de guerra más afamado del siglo XX. Se habían conocido en París, donde ambos habían huido de la persecución nazi tras la subida de Hitler al poder en 1933. Les unía su origen judío, su militancia antifascista y sus deseos de lograr un mundo mejor. Gerda había sido detenida y encarcelada en Leipzig, y decidió exiliarse cuando comprobó que corría peligro de muerte. En la capital francesa, propuso cambiar sus respectivos nombres (Gerta Pohorylle y Endre Friedmann) para vender mejor las fotos que él realizaba, que al principio fueron atribuidas a un supuesto fotógrafo americano llamado "Capa". En "Gerda Taro, fotógrafa de guerra" -la primera biografía de Taro publicada en español-, repaso su infancia y su juventud, así como su precaria vida de exiliada. Asimismo, desvelo cómo se le ocurrió esa idea que dará a Friedmann-Capa fama mundial, y por qué decidieron venir a España, movidos por su idealismo y sus convicciones ideológicas de izquierda.
La pareja llegó a Barcelona en agosto del 36, y durante un año recorrieron juntos los frentes de Aragón, Madrid y Segovia, además de visitar Toledo, Cerro Muriano y Almería, Almadén, Peñarroya, Pozoblanco y Valencia, entre otras poblaciones. Cuando trabajaban se intercambiaban las cámaras con frecuencia, aunque los primeros reportajes llevaban la firma "Capa". Más adelante firmaron como "Capa & Taro". A partir de la primavera de 1937, cuando Taro se queda sola en España, comienza a firmar sus propios reportajes en las revistas francesas "Vu", "Regards" y "Ce soir".
Residía en la Casa de la Alianza de Intelectuales Antifascistas de Madrid, desde donde partía cada mañana camino del frente. Se relacionó con Rafael Alberti, María Teresa León y José Bergamín, entre otros. También frecuentó el grupo de corresponsales extranjeros, como Ernest Hemingway, Herbert Matthews, Martha Gellhorn, Henry Buckley, Mijail Koltsov, etc. Fue muy popular y muy querida, por su inteligencia, su belleza, su valentía en las zonas de combate y por su adhesión inquebrantable e incondicional a la causa republicana. En "Gerda Taro, fotógrafa de guerra", profundizo en la personalidad de la "Pequeña Rubia", en sus motivaciones profesionales y en su concepto del amor y de la política.
Visitó el frente de Brunete en varias ocasiones. El 25 de julio emprendió su último viaje, en compañía de Ted Allan. Iban a ser sus últimas fotos antes de regresar a París. Aspiraba a lograr el reportaje definitivo, el que le proporcionara una fama mundial equiparable a la de Capa. Fuera por imprudencia, por inconsciencia o por desinformación, volvió a correr un enorme riesgo para tratar de contar la imposible victoria republicana. A pesar de las recomendaciones del general Walter, se acercó a una zona de combate muy peligrosa y, escondida en un pequeño hoyo, comenzó a tomar fotos hasta que se le acabaron los carretes. A media tarde, en plena retirada, subió a un coche de mando que transportaba heridos. En medio de la desbandada general, un tanque hizo una maniobra inesperada, golpeó el vehículo, Gerda cayó al suelo y las cadenas del blindado le pasaron por encima.
Describo el traslado al hospital británico de El Escorial y las últimas horas en la vida de Gerda, más preocupada por sus cámaras de fotos que por su estado de salud. En el hospital poco pudieron hacer por salvar su vida, más allá de suministrarle morfina. Murió la madrugada del día 26. Al día siguiente, Alberti y León acudieron a recoger el cadáver, que fue velado con todos los honores en la Casa de la Alianza. En Valencia también recibió el homenaje póstumo, antes de su viaje definitivo a París. El Partido Comunista y la revista "Ce Soir" calificaron su vida de heroica y ejemplar, y organizaron una capilla ardiente y un cortejo fúnebre que congregaron a miles de personas. Fue enterrada en el cementerio de Père-Lachaise el 1 de agosto de 1937. El día en que habría cumplido veintisiete años.
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