Veo en LaSexta a Andrés Montes anunciando la bebida "ToroXL" en el intermedio de un partido de la selección española de baloncesto. Hace unos días, Ramón Fuentes mostraba a cámara un calendario Marca de la Liga de fútbol durante la previa de la Supercopa Real Madrid-Sevilla. Durante las retransmisiones deportivas, cada vez es más frecuente que el narrador interrumpa el relato de las incidencias para pedir al espectador que participe en un sorteo llamando a un número o enviando un SMS. Juan Carlos Rivero, Antonio Lobato o otros muchos compañeros se han convertido en periodistas-anuncio, pregoneros de menciones publicitarias insertadas disimuladamente para que lleguen mejor al público.
Para los narradores debe ser un engorro tremendo: concentrados en el partido, en interpretar las tácticas y en dar emoción a las ocasiones de gol, de pronto cambian el chip y animan a la gente a llamar en mitad de un partido para ganar 10.000 euros, o se ponen delante de la cámara y con sonrisa forzada enumeran las virtudes del "Toro XL".
Pero no les queda más remedio que hacerlo. Son exigencias de los nuevos tiempos, cuando el espectador aprovecha los descansos o los tiempos muertos de publicidad para hacer zapping, de tal manera que el impacto del anuncio es menor. Así que se convierten en periodistas-anuncio.
Y lo hacen muy bien. Para eso son profesionales.
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