Periodista - Profesional de televisión - Autor de libros - Asesor de comunicación - Conductor de actos institucionales y de empresa - Otras muchas cosas.
martes, 17 de diciembre de 2013
UNA CHURRERIA FRENTE AL PALACIO REAL
Una churrería en el Palacio Real de Madrid. Así, como lo lees.
Con su permanente olor a fritanga, con sus mesitas y sus sillitas baratas frente a la entrada principal del monumento, con ese rancio sabor a cosa mal hecha que destila (casi) todo lo que hace el Ayuntamiento de Madrid.
Claro, esto sí se puede hacer, esto sí lo permite este Gobierno municipal. Porque le da la gana, permite esta Navidad la instalación de una churrería, quince puestos lineales con sombreritos, bufanditas y lo que haga falta, un tiovivo carísimo y ruidoso, y una pista de hielo en una zona verde con un alto grado de protección; la plaza de Oriente, señores. Entre el Palacio Real y el Teatro Real.
Todo tan "real". No se le ocurra a usted ganarse unas monedas cantando unas canciones acompañado de una guitarra. No se le ocurra colocar un atril en el suelo y leer un poema (prohibido colocar trípodes sobre el asfalto). No se le ocurra amarrar una pancarta a una valla o una estatua. A todo lo que se le pueda ocurrir a usted, queridx amigx, NO. Y lo mismo, por extensión, en cualquier otro espacio público, desde la Puerta del Sol a la última plaza del barrio más periférico. NO, NO y NO. No a las iniciativas vecinales, no a las soluciones cívicas, no al sentido común.
Todo prohibido... salvo lo que a mí me conviene. Cuando la deudas aprietan, ni las zonas monumentales se respetan, eh, alcaldesa?
¿Algo similar frente al palacio de Buckingham? ¿En Versalles? ¿En Budapest? ¿En el Kremlin? Improbable.
Los argumentos del Ayuntamiento para justificarse son pobres, poco creíbles, patéticos.
Pero, señora Botella (y señores responsables de Patrimonio Nacional, incluida usted, señora Sáenz de Santamaría, ministra de Presidencia), les digo una cosa:
Como ciudadano de Madrid, discrepo de la transformación temporal de esta zona histórica que visitan miles de turistas... pero que también disfrutamos los vecinos del barrio todo el año.
Pero lo que no soporto es la incoherencia. Ese "para mí lo ancho y para vosotros, paganos conciudadanos, lo estrecho" que practica este Ayuntamiento.
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