sábado, 6 de abril de 2013

MADRES PARIDAS POR SUS HIJOS

"Perder a un hijo es como la mutilación de un miembro, de un órgano vital. Nos arrancan a nuestros hijos sin aviso, sin anestesia. El tiempo no lo cura todo. El tiempo no transcurre. Aprendemos a convivir con el dolor. Intentas integrarte pero tienes que convivir con ello toda la vida. El dolor se canaliza para seguir viviendo."


Conmueve escucharlas. Se instala una angustia en el cuerpo, una congoja en la garganta, que duran solo unos segundos, pero son suficientes para imaginar cómo han sido sus vidas desde que les arrebataron a sus hijos. Mavi Muñoz -madre de Carlos (Palomino)-, Pilar Manjón -madre de Daniel (Paz)- y Maribel Permuy -madre de José (Couso)- han estado hoy juntas, en el encuentro Madres contra la impñunidad celebrado en el Ateneo, dentro de los actos del décimo aniversario del asesinato de Couso. Y han hablado. Y sus palabras han sonado como dulces truenos, en una emotiva mezcla de lágrimas contenidas y voluntad firme de contar cómo sus vidas cambiaron cuando les quitaron lo que más querían.


De todos estos años, Maribel rescata la palabra dignidad. Pensó en dejarlo muchas veces, pero ver a sus hijos y a los hijos de Jose le animó a seguir adelante, a seguir transformando el rencor en lucha. Pilar pormenoriza los insultos e infamias que ha venido soportando desde el 11 de marzo de 2004, el día en que su hijo se fue para no volver. "Matan de nuevo a nuestros hijos cuando los difaman", dice Mavi, "y por esa razón he luchado por la justicia y por la no criminalización de sus ideales". Sus intervenciones han mantenido con el corazón en un puño al auditorio del Ateneo. También a sus compañeras de mesa, la veteranísima Sara Nieto (Madres contra la droga) y Elena Colora, recién incorporada a la lucha por su condición de madre de Alfon.


Lo que deben haber sufrido. Lo que deben sufrir cada día. Imposible ponernos en el lugar de una madre. Sin embargo, aunque las golpearon en lo más hondo, no se quebraron. No se quedaron hundidas, sumidas en el dolor. Buscaron apoyo social, se enfrentaron a obstáculos, lucharon. Por la verdad y la justicia. Para que quienes no están con nosotros permanezcan en la memoria y tengan un reconocimiento permanente.

Se han convertido en la voz de sus hijos. Carlos, Daniel, Jose, hablan a través de sus madres. Y de su coraje nace lo extraordinario. Son madres paridas por sus hijos. Sus hijos no les han dado la vida, pero sí una razón para vivir. Ahora, pasado el tiempo, arrastrando el dolor pero poniéndose en pie cada día, son mujeres valerosas con nobles e importantes razones para seguir dando ejemplo. Su búsqueda de la verdad y la justicia las ha hecho fuertes. Fuertes e invencibles.

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