El desierto del sur de Libia, "a pequeña escala". Regalo para mi hija del viaje -de diciembre pasado- al país que ahora sufre.
Tener el mini-desierto en la cocina me recuerda cada día que allí siguen pasando cosas; que la gente sigue luchando y muriendo; que los periodistas allí desplazados nos cuentan todo lo que logran saber; que también ellos se la juegan en cada minuto, como en otras muchas zonas calientes del planeta.
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